martes, 13 de febrero de 2018

Ondas de Radio

Ondas de Radio

Para Antonio Machado

La lluvia ha cesado y ha aparecido la luna.
No entiendo nada de ondas de radio,
pero creo que viajan mejor justo después
de que llueva, cuando el aire está húmedo. En cualquier caso,
ahora podría sintonizar con Ottawa, si quisiera, o con Toronto.
Últimamente, por las noches se me ha despertado
un leve interés por la política canadiense
y sus asuntos internos. Es cierto. Pero lo que buscaba sobre todo
eran sus emisoras musicales. Podría quedarme aquí en la silla
y escuchar, sin tener que hacer nada o pensar.
No tengo televisión y había dejado de leer
la prensa. Por las noches, encendía la radio.

Cuando vine aquí pretendía escapar
de todo. Especialmente de la literatura.
Con lo que conlleva, y lo que sigue después.
Existe en el alma el deseo de no pensar.
De permanecer inmóvil. Junto a ello,
el deseo de ser estricto, sí, y riguroso.
Pero el alma también es una zorra ladina,
no siempre de fiar. Y yo lo había olvidado.
Escuché cuando decía: Mejor cantar a lo que ha
desaparecido y no regresará que a aquello que sigue
con nosotros y seguirá mañana con nosotros. O no.
Y si no, bien también.
No tenía importancia, decía, que un hombre cantase.
Ésa era la voz que yo escuchaba.
¿Se imaginan que alguien pensara de esa forma?
¿Que todo da igual?
¡Menuda tontería!
Pero yo pensaba esas bobadas por la noche
sentado en la silla mientras escuchaba mi radio.

¡Y entonces, Machado, tus poemas!

Fue casi como ver a un hombre de mediana edad
enamorarse de nuevo. Algo extraordinario,

y también embarazoso.
Tonterías como colgar un fotografía tuya.
Y me llevaba tu libro a la cama
y dormía con él a mano. Una noche un tren
me despertó al pasar por mis sueños.
Lo primero que pensé, con el corazón desbocado
allí en el dormitorio a oscuras, fue:
No pasa nada, Machado está aquí.
Luego pude volver a dormirme.

Hoy cogí tu libro cuando salí a dar
mi paseo. ‘¡Presta atención!’ decías
siempre que alguien te preguntaba qué hacer con su vida.
Así que miré a mi alrededor y tomé nota de todo.
Luego me senté al sol con él, en mi sitio
junto al río donde divisaba las montañas.
Y cerré los ojos y escuché el ruido
del agua. Luego los abrí y comencé a leer
Últimas lamentaciones de Abel Martín.
Esta mañana pensé mucho en ti, Machado.
Y espero, sabiendo incluso lo que sé acerca de la muerte,
que recibieras el mensaje que te dirigí.
Pero si no, no pasa nada. Duerme bien. Descansa.
Espero que tarde o temprano podamos encontrarnos.
Y entonces te contaré yo mismo estas cosas.

Raymond Carver
en "Todos nosotros"

Sólo la Muerte

Sólo la muerte

Hay cementerios solos,
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma.

Hay cadáveres,
hay pies de pegajosa losa fría,
hay la muerte en los huesos,
como un sonido puro,
como un ladrido de perro,
saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.

Yo veo, solo, a veces,
ataúdes a vela
zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas,
con panaderos blancos como ángeles,
con niñas pensativas casadas con notarios,
ataúdes subiendo el río vertical de los muertos,
el río morado,
hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte,
hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.

A lo sonoro llega la muerte
como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,
llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,
llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.

Sin embargo sus pasos suenan
y su vestido suena, callado como un árbol.

Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo,
pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,
de violetas acostumbradas a la tierra,
porque la cara de la muerte es verde,
y la mirada de la muerte es verde,
con la aguda humedad de una hoja de violeta
y su grave color de invierno exasperado.

Pero la muerte va también por el mundo vestida de escoba,
lame el suelo buscando difuntos;
la muerte está en la escoba,
en la lengua de la muerte buscando muertos,
es la aguja de la muerte buscando hilo.

La muerte está en los catres:
en los colchones lentos, en las frazadas negras
vive tendida, y de repente sopla:
sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,
y hay camas navegando a un puerto
en donde está esperando, vestida de almirante.

Pablo Neruda

Psicólogos, unos profesionales que nos ayudan a estar mejor

¿Por qué es tan importante la función del psicólogo?
¿Cómo podemos reducir nuestra sensación de angustia?


http://zigzagdigital.com/not/15705/psicologos-unos-profesionales-que-nos-ayudan-a-estar-mejor

La SEP reconoció la labor de atención psicológica de la UDLAP hacia afectados por el sismo.

Benefició a 545 estudiantes y profesores que participaron en dicho programa. Un total de 140 horas desarrolladas del 26 de septiembre al 5 de diciembre del año 2017.

http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2018/02/13/la-sep-reconocio-la-labor-atencion-psicologica-la-udlap-hacia-afectados-sismo/

investigaciones UNIFRANZ

Investigaciones en Psicología Clínica, Social Comunitaria y Organizacional fueron expuestas en la Universidad Franz Tamayo, Bolivia.

Alcances y retos de la Psicología actual.

"divorcio, depresión y distimia" Percy Medrano
"Sanar a través de la palabra, características de la terapia narrativa" Tatiana Montoya
"maltrato infantil en la familia, más allá de la evidencia" Beatriz Guerrero
"Niños, niñas y adolescentes en situación de calle y alta vulnerabilidad" Tatiana Quiroga
"Liderazgo situacional" Jorge Schmidt
"La necesidad del conocimiento del sujeto en su dimensión holística para una enseñanza en la calidad de la educación" Martha Bohorquez



up-dif

Estudiantes de la Universidad Panamericana apoyarán en el departamento de Psicología del DIF Aguascalientes, México


no sufrir

"Si tienes mucho dinero y muchas tarjetas de crédito y no tienes amigos, nunca serás feliz. Los amigos de verdad son los únicos que te dan la posibilidad de no sufrir en esta vida."
Merlí

negocios

Como se sabe, los negocios pueden dar dinero, pero la amistad raramente lo hace.
 Jane Austen